domingo, 11 de septiembre de 2016

otra vez domingo, otra vez lluvia

Diluvia. Después de unos días de tregua escucho el agua golpear contra todo: pasto, techo, pavimento, empedrado, árboles, coches y plantas. A oscuras, echada en la cama, con el resto de la familia conviviendo por ahí, puedo pensar poco. Hojeo diarios, intento digerir una comida opulenta que Domitila cocinó con amor, intento no pensar en el hueco del pecho, que horada una vez más mi integridad espiritual. Es raro como el optimismo no se rinde. Una piensa que no, que no va a sentir más el agujero permanente y activo llamado angustia, que el blindaje de los psicofármacos es infalible, que trabajar mil horas y no pensar ayuda. Cuánta ingenuidad. Escribiría más pero ¿para qué? Hay poca gente del otro lado, no calma el desasosiego y queda poco nuevo por decir. Mis problemas se repiten en loop así ya casi 15 años. Mi nickname debería ser cobardía. ¿O es simple ética? Ya ni sé.


Soy infeliz. Pero todo pasa. Siempre. Hasta que te morís.

No hay comentarios.: